miércoles, 27 de julio de 2016

Fin del idiota I

-Llegaste bien?
-Sí. Mirá, no quiero que te enojes pero no le voy a dar mucha bola al celu, así que si tardo en contestar no te preocupes.
-Ok

Una conversación de esta índole no augura un buen futuro. Poca comunicación mientras él estaba allá y yo acá. Después de dos días sin contestar efectivamente me enojé y recibí como respuesta un “no estoy para escenas”. ¡Pará Daniel Osvaldo!

A la vuelta de nuestros respectivos viajes nada mejoró. Me contó que había gastado mucha plata y que quería verme pero no tenía efectivo para hacer nada. Le respondí que no había problema y que yo lo invitaba. Me dice que no quiere. Y en un punto de la conversación me comenta que podemos hacer una “salida gasolera”. ¿Hay algo que te la seque más? Osea, no tengo drama con hacer salidas gasoleras, con que me propongas mates en la plaza o un 2x1 en cine, pero no le pongas ese títulooooooo.

Con Martín todo el tiempo nos estábamos enojando uno con el otro. No recuerdo bien qué pasó ni por qué nos dejamos de hablar pero no volvimos a vernos. A las semanas ví una foto con esta chica que se “había confundido y había dejado a su ex por él”, la compañera de trabajo. Era una dedicatoria en la que le deseaba un Feliz día de la mujer.


Fin de la historia con el idiota 1 (por ahora).

martes, 26 de julio de 2016

Desayuno un DOMINGO

Recordé que la primera salida con Martín había sido un viernes. El sábado no pudimos vernos (igualmente era muy pronto) y hablamos para vernos el domingo.

Él tenía el mediodía y la noche ocupados, y yo la tarde. No me acuerdo si podíamos dejarlo para otro día, pero decidimos que la segunda cita iba a ser el domingo a la mañana.

Verano, calor, no saber que ponerme, un horror! A eso se le suma que llegué primero al lugar pactado. El desayuno estuvo bien. Ahí me dice que no tenía ganas de jugar el partido de fútbol que tenía al mediodía ¿Por qué no lo dijo antes?

Después del desayuno, y con el calor que hacía, ni daba ir a “pasar la mañana” a una placita. Fuimos al auto, empezamos a dar vueltas y no me decía a dónde ir. Me quería dar besos mientras manejaba y no daba. Andábamos sin rumbo. A mí no copa manejar y como tengo pocas pulgas le dije “bueno si no me decís a donde podemos ir, me voy a mi casa”. Lo dejé en la parada de su bondi (no pensaba volver a ese barrio peligroso).


Al término de esa cita ya no estaba tan contenta como al término de la primera. Pero él se iba una semana de vacaciones y después yo viajaba el finde largo, así que íbamos a tener unos días sin vernos.

¡Pagó con débito!

Nos encontramos con Martín en una famosa esquina de la zona oeste y vamos al bar donde se llevó a cabo "la cita".

Entre charla y tragos se repite la situación que habíamos vivido en nuestro primer encuentro (unos dos años atrás): él no tiene hambre. Era la hora de comer ¿cómo no tenés hambre?

También se repite el modus operandi del beso. Se levanta, va al baño, vuelve, se acerca y me chapa. No lo critico, me gustó eso.

Debo admitir también que yo mentí. Le dije que estaba separada hacía un par de meses, y la verdad era que 15 días atrás estaba queriéndome tirar por la ventana del departamento de Leo.

Él fue sincero, me contó que se estaba viendo con una chica pero que no era serio. De hecho, habían empezado como "amantes", pero ella "se confundió" y dejó a su novio por él. Lo bueno era que en ese momento la chica estaba en Brasil. Lo malo, que era compañera de laburo.

Pedimos la cuenta (yo sabía que iba a ser abultada por todo lo que habíamos tomado), miro el ticket y le doy la mitad. Obviamente, él hace el acting de "no,no,no" pero agarra mis billetes y paga la cuenta con su tarjeta de débito. No me importó, Martín me gustaba.

Me ofrezco a llevarlo hasta su casa (que no estaba en una zona muy linda). Nos quedamos chapando en el auto hasta que me dicé "arrancá, arrancá". Sí señores, un motochorro me quería robar el auto, ahí mismo, en la esquina de lo de Martín mientras chapaba con él.

La "cita" terminó entonces pidiéndole un remis desde mi casa. Porque yo que soy de manejar rápido, salí cagando de la escena.

Con un final atípico y casi trágico, así fue la nueva primera cita con Martín.

Banco de suplentes

¿Qué hacemos todas (o muchas) de las mujeres jóvenes apenas volvemos a la soltería y estamos en proceso de recuperación? Chequear el banco de suplentes, obvio.

Y ahí estaba Martín. Si esto fuera un libro, el título de su capitulo sería "una historia nunca concretada"

Su ex era conocida mía (nuestros padres eran amigos de la infancia).  También nos unía el hecho de estar estudiando la misma carrera en la facu. Él la había empezado un año antes que yo, pero como se atrasó, nos tocó cursar juntos un par de materias.

En un impasse que cada uno había tenido con su entonces pareja (él con la chica conocida y yo con el novio que nunca quiso serlo), empezamos a hablar y nos vimos. Fue todo color de rosas durante unas pocas semanas, hasta que volvió a aparecer Leo, y pobre Martín, lo volé con cualquier excusa.

Creo que nunca me lo perdonó  (esto se resuelve más adelante).

Volviendo al presente. En esta nueva etapa de soltería, empiezo a hablar con Martín y arreglamos para vernos.

El final (que es el principio)

Esto puede leerse como un Diario de Bridget Jones sin final feliz, un intento de Sex and the city del conurbano o (para las más contemporáneas) una imitación de las historias sin filtro que relataba la gran Lena Dunham en su serie "Girls" de HBO de la que soy fanática.

La idea es contar (y advertir) sobre la cantidad de idiotas que podes conocer si te quedás soltera en tiempos de Tinder. Una especie de terapia grupal. Sé que somos muchas, así que si te pasó algo parecido, si te divirtió la historia, si estabas pasando un momento de mierda y te distrajo, comentá, compartí hermana. No estamos solas!

Todo empieza con una separación traumática de un flaco que nunca estuvo enamorado de mí. Nunca nos pusimos "de novios", pero estuvimos juntos 4 años.

Cuatro años de mieeeeerda, remándola en dulce de leche. Forzando situaciones  para que hagamos cosas "de novios", cuando él solo quería ocultar la relación.  ¡Que idiota! No podía ver que la respuesta era SIMPLEMENTE NO TE QUIERE (película de la que también soy fan). El chabón no me quería. Teníamos buen sexo y nada más. Y resulta que, obvio, me cagó.

Era verano. No había sido una buena noche, para variar. Yo había vuelto de Brasil esa tarde (a donde había viajado con mi mamá porque él no quería ni irse de vacaciones conmigo) y estaba enojada porque no habíamos hablado mucho durante mis vacaciones. Bah, basicamente él no había contestado muchos de mis mensajes.

Nos fuimos a acostar medio enojados. De hecho le había comprado un perfume en el freeshop y no se lo había dado porque no estaba segura de haberlo perdonado. Estabamos durmiendo, sonó su despertador y me levanté a apagarlo. Ahí veo que a las 2 de la mañana le había llegado un mensaje que decía "dormis?". La autora era alguien agendada como "hermanita" pero que, como se imaginarán, no era su hermana.

Era una piba que conoció en otro laburo, que era una subordinada de él y hacía unos meses le había mandado audios desde un recital de Arjona, lo que por supuesto había generado una pelea. COMO SIEMPRE CHICAS, la sospecha de que entre ellos pasaba algo más, se confirmaba.

Mi reacción fue despertarlo y romperle un par de cosas. Él vivía en un departamento bastante chiquito. Hubo gritos y los vecinos llamaron a la policía. La escena terminó con él llamando a mi mamá, que llegó en simultanéo con las agentes que intentaban calmarme.

El final de todo fue en casa. Llegué, agarré mi notebook y empecé a postear en Facebook una catarata de fotos juntos para que toooooooodos se enteren que sí habíamos sido novios. Todavía no sé para qué. Habrá sido la manera que encontré de cagarlo yo a él.

Este final es el principio (como indica el título) porque sigue con el consejo de mis amigas: tenés que escribir un libro de esto (cuando dicen "esto" se refieren a los boludos que empecé a conocer después). 

No fui tan ambiciosa, no escribí un libro, pero sí me animé a empezar a escribir este blog para que alguien se ría, se indigne o se asqueé con las experiencias por las que pasé en ese año y media de soltería.

Así que, acá va...